La literatura del universal William Shakespeare ha servido de inspiración para muchos artistas. Su obra, llena de imaginación y lógica narrativa, congrega cualidades óptimas para ser tratada desde lo visual. Fue a partir del siglo XVIII cuando su particular imaginario tomó cuerpo en pintura, alcanzando la consagración mundial con el romanticismo, sediento de fantasía y drama. Los primeros en fijarse en él fueron sus compatriotas británicos y especialmente lo harían, luego, los prerrafaelitas. Lo cierto es que aquellos que probaron su legado se volvieron casi adictos a él, como Johann Heinrich Füssli o Eugène Delacroix.

Enganchados a la tragedia y a las alegorías de sus textos, los artistas elegían interpretar los momentos más álgidos. Aunque, algunos también optaron por moldear a sus protagonistas. Sin duda, las favoritas fueron Julieta y Ofelia. La última gana como figura dramática a sus compañeros de reparto y, además, se proyecta como uno de los personajes de Shakespeare más reclamados. Son famosos sus retratos de Ernest Hébert (1876) o los de John William Waterhouse (1889, 1894, 1910) y, aún más, las imágenes de su trágica muerte, acompañada siempre por una vasta vegetación, como la célebre de John Everett Millais (hacia 1851), o las de Alexandre Cabanel (1883) y Odilon Redon (hacia 1908), entre muchos otros.

Ofelia. Hacia 1851. John Everett Millais

Ofelia. Hacia 1851. John Everett Millais

 

Füssli y Delacroix mostraron especial interés por la figura de Hamlet. El francés, que convirtió a Shakespeare en un tema frecuente en su colección, realizó entre 1834 y 1843 dieciséis grabados sobre esta obra, así como varias pinturas. Entre ellas, destaca la serie de Hamlet y Horacio en el cementerio, en la que Delacroix indaga en la angustia existencial y la materializa en colores.

Hamlet y Horacio en el cementerio. 1839. Eugène Delacroix

Hamlet y Horacio en el cementerio. 1839. Eugène Delacroix

 

Del romance de Romeo y Julieta, las escenas preferidas son la del adiós en el balcón, que recogió, por ejemplo, Frank Dicksee (1884), o Romeo despidiéndose de Julieta antes de ingerir el veneno de Füssli (1809).

Romeo y Julieta. 1884. Frank Dicksee

Romeo y Julieta. 1884. Frank Dicksee

 

El artista suizo britanizado Füssli fue un auténtico incondicional de Shakespeare y pintó buena parte de su producción literaria. Su gusto por lo grotesco y lo sublime le empujaba a escoger aquellos sucesos más crueles y horripilantes, o de naturaleza mágica a los que, a veces, daba un toque erótico. El sueño de una noche de verano, al explorar el reino de lo sobrenatural, era un tema ideal para las pretensiones de Füssli. Una de las piezas que adaptó corresponde a la secuencia en la que Oberon, con el fin de castigar el orgullo de la reina Titania, lanza un hechizo sobre ella. Como resultado, ella se enamora de Bottom, cuya cabeza se transforma en la de un asno (hacia 1790).

Titania y Bottom. Hacia 1790. Johann Heinrich Füssli

Titania y Bottom. Hacia 1790. Johann Heinrich Füssli

 

Macbeth, abarrotada de psicología, mística y amargura, es otro texto que encaja a la perfección en el universo perturbador de Füssli. De ella representó múltiples escenas, como las basadas en las tres brujas o cuando Lady Macbeth, presa de la culpa, padece trances de locura y sonambulismo (1784). Tragedia en la que vuelve a coincidir con Delacroix. William Blake fue otro prerromántico que cayó en el embrujo shakesperiano y lo hizo en más de una ocasión. Recordamos la imagen cargada de simbolismo con la que ilustró las palabras que Macbeth pronuncia cuando medita sobre el asesinato del rey Duncan en Compasión (hacia 1795).

Compasión. Hacia 1795. William Blake

Compasión. Hacia 1795. William Blake

 

Otelo también sedujo a muchos artistas. Y, de nuevo, citamos a Delacroix que reprodujo diversos episodios, como Desdémona maldecida por su padre (hacia 1854) o cuando Otelo entra en la habitación para asesinar a Desdémona en Otelo y Desdémona (hacia 1849), rebosantes de tensión y teatralidad. O el cautivador retrato que Gustave Moreau hizo de la mujer (1875- 1876).

Desdémona maldecida por su padre. Hacia 1854. Eugène Delacroix

Desdémona maldecida por su padre. Hacia 1854. Eugène Delacroix

 

Igualmente, ha sido escenificada la vanidad y el sufrimiento de otro de sus grandes títulos, Rey Lear. El inglés Ford Madox Brown se ocupó de varios actos. Uno de ellos fue la decisión del rey Lear de despojar a su hija Cordelia de su parte del reino (1866- 1872), inicio de una de las obras más desoladoras que se han escrito jamás.

La porción de Cordelia. 1866- 1872. Ford Madox Brown

La porción de Cordelia. 1866- 1872. Ford Madox Brown