Al leer la biografía del catalán Josep Cruañas cualquiera diría que no se trata de un artista contemporáneo, sino que fuera uno de aquellos creadores que a principios de siglo XX se reunía con sus compañeros de profesión en tertulias interminables, en las que se comentaban los hallazgos artísticos, se contrastaban las ideas y, sobre todo, se aprendía a pintar libremente, sin imposiciones académicas.

Así ha  aprendido este pintor su profesión, también en escuelas oficiales, pero sobre todo de varios maestros y de sus propias experiencias en viajes por Europa. Como hizo Paul Cézanne, de quien Cruañas se confiesa admirador. Persiguiendo, como el francés hiciera, la luz cambiante en los distintos paisajes, ya sean rurales o urbanos. Quizá estos últimos merecen especial mención, porque son los que mejor expresan su estilo, a medio camino entre el expresionismo y el impresionismo. 

No es obligado encontrar símiles en su obra, pero sirven para situar de forma crítica a este artista, aunque ya sus telas hablan por sí solas. Tiene el nervio, la energía, del primer movimiento citado y la luminosidad vaporosa del segundo estilo, congelada en un único instante. Su paleta es neutra, plúmbea, como los cielos grises que descubrió en Londres o en los paisajes nórdicos. En las marinas se detecta una luz más alegre. Cada momento tiene su propio carácter.

La obra de Cruañas puede parecer por ello un tanto melancólica, impresión que el artista diluye con vigorosos toques de color y composiciones de estructuras tensionadas. Las tonalidades grisáceas y azuladas, que producen una impresión terrosa, como cuando tras llover se mezclan el cielo y la tierra, se matizan, como decimos, con colores cálidos como el rojo, huella de la pasión expresionista que también denotan sus obras. 

Sugerir movimiento es otra característica de la pintura de este creador. No pinta calles atestadas de coches y en sus puertos están amarradas las barcas. La vitalidad se deriva de la dinámica línea del dibujo y la división de la visión en bloques de color de contorno difuminad.

Cruañas pinta en las técnicas del óleo y la acuarela. En esta última, aunque no pierde su cualidad de transparencia, la atmósfera no resulta tan húmeda como la de sus lienzos, recuerda más a las brumas secas, por ejemplo matizadas por el fuerte sol de la laguna veneciana.

Con más de tres décadas de trabajo a sus espaldas, y no pocas exposiciones y premios, Cruañas es un artista sólido, con personalidad y sensibilidad, valores extensibles a su obra.

 

Visita las obras de Josep Cruañas en http://cruanas.artelista.com/