Si algo llama la atención en la obra escultórica de Adolfo Barnatán (París, 1951) es la serena presencia física de sus piezas, en contraste con su potencia simbólica, que deriva fundamentalmente de la fuerza evocadora del círculo como fuente de perfección. 

Para el reconocido artista es importante este movimiento cíclico. Lo introduce en sus esculturas en la forma más tangible de la interactividad (muchas se pueden tocar y mover) y, más poéticamente, mediante la forma circular y las consideraciones de irremisible sucesión en el tiempo e inmutabilidad que se asocian a la circunferencia como símbolo.

Heredera de los movimientos de vanguardia del siglo XX, la escultura de Barnatán, que recuerda por momentos a Arp y Brancusi, ha ido evolucionando hacia la abstracción que representan sus Constelaciones desde unos orígenes más figurativos, como son los bronces de tema mitológico y aires totémicos con los que referencia al Antiguo Egipto y a la Grecia clásica, a través de sus deidades y seres mágicos. La magia, como la forma, la ha ido concentrando Barnatán en los materiales, jugando con su variedad y sus características (opacidad, textura, brillo…). 

Madera, acero, granito, mármol, calatorao… y, especialmente, obsidiana, piedra originaria de México que fue muy apreciada por las culturas mesoamericanas de la Antigüedad y que Barnatán emplea en sus Constelaciones precisamente por estos significados telúricos que aporta a la pieza. Asimismo requiere del artista un trabajo exquisito y de enorme precisión, pues aunque presenta gran dureza puede ser, al tallarla, frágil como el cristal. Requiere para su transformación de la perfección que evoca el círculo. 

Barnatán también pinta y dibuja. En sus inicios está, antes que la escultura, el dibujo a plumilla con el que debutó en su primera exposición individual en Madrid en 1969. En su actual producción merecen un lugar destacado sus Papeles Rotos: capas de carteles publicitarios que el artista encuentra en las calles, arranca de las paredes y despedaza con sus propias manos, adhiriéndolos después a madera, con lo que obtiene un lienzo sobre el que pinta empleando acrílicos, en un proceso entre el collage y el ensamblaje, de reminiscencias Povera y Pop. Esta producción se inserta en la exploración que Barnatán hace del volumen (gracias a las diferentes superposiciones de papel se situaría entre el cuadro y la escultura) y de las posibilidades semánticas de una pieza, en este caso asumiendo la carga social intrínseca a los mensajes publicitarios, políticos… de los carteles.

 

 

Visita la galería de Adolfo Barnatán en: adolfobarnatan.artelista.com