Gustave Courbet (Francia, 1819- Suiza, 1877) irrumpió en el panorama artístico francés dentro del contexto revolucionario de 1848 y lo hizo con una propuesta que agitaría las convenciones académicas.

Su ambición era plasmar las costumbres, las ideas, las historias de sus coetáneos, de acuerdo con su apreciación. Un entierro en Ornans (1849- 1850) fue una de las primeras obras que recogían estos preceptos. De hecho, el título que el pintor francés le dio fue Cuadro de Figuras Humanas, Documento Histórico de un Entierro en Ornans, el cual ya avisaba de su enfoque innovador.

Un entierro en Ornans. 1849- 1850. Gustave Courbet

Un entierro en Ornans. 1849- 1850. Gustave Courbet

El lienzo muestra una sepultura que tiene lugar en su pueblo natal, Ornans. Dentro de la composición no hay gestos heroicos ni dramáticos, dejando atrás la teatralidad y la idealización. Tampoco se establece una referencia, más allá de la cruz como evidencia de la importancia de la religión.

Se trata de un grupo compacto de figuras, aunque sus miradas se dispersan y cada uno se abstrae en su propio dolor. La disposición en friso le concede un ritmo lento y fúnebre. Que, junto con una restringida combinación de colores, enfatiza un ambiente sobrio y austero.

Los picapedreros. 1849. Gustave Courbet

Los picapedreros. 1849. Gustave Courbet

El tema, como ya indica su título, sorprende por lo trivial: un entierro cualquiera. La muerte será el nexo entre los diferentes representantes de la sociedad rural. Desde el sacerdote, el alcalde o el juez hasta agricultores, que asisten con sus esposas e hijos. Todos los personajes eran habitantes de Ornans, incluyendo algunos familiares del pintor.

Courbet, también, había presentado Los picapedreros (1849) y Los campesinos de Flagey regresando de la feria (1850). El Salón de París quedaba horrorizado al contemplar, a tamaño natural, la representación de gente común y de actividades cotidianas.

Campesinos de Flagey regresando de la feria. 1850. Gustave Courbet

Campesinos de Flagey regresando de la feria. 1850. Gustave Courbet

El formato monumental supuso una bofetada para el público parisino. Su íntimo amigo, el político liberal y crítico de arte, Jules- Antoine Castagnary describió así la reacción ante sus pinturas: “Fue como el estruendo de una tromba que hubiese pasado por la sala de exposición, sacudiendo y rompiendo los cristales». Lo consideraron groseramente vulgar. Incluso, se pensó que la intención era realizar una ofensa contra el clero.

Sin embargo, atendiendo a las palabras de Courbet, sólo pretendía reflejar de manera honesta uno de los actos más solemnes de una comunidad rural. Por ello, fue acusado de socialista, a lo que respondió afirmativamente y matizó: “Además, demócrata y republicano, en una palabra, partidario de toda revolución y, por encima de todo, realista«. El nuevo movimiento ya tenía nombre.

Un entierro en Ornans ha sido considerada una de las obras maestras de Gustave Courbet y una pintura reformadora. El hombre, cualquier hombre, y su vida diaria se convertían en fuente de inspiración para los artistas. Y el trabajo y los rituales proletarios en los protagonistas de los lienzos de la segunda mitad del siglo XIX.