Los artistas chinos están de moda. Las ferias internacionales les reclaman. Coleccionistas de todo el mundo quieren hacerse con algunas de sus piezas. Los precios se disparan subasta tras subasta. Hasta tal punto que, según publica El País, muchos artistas están aumentando la producción para responder a la demanda. Zhang Xiaogang es uno de ellos y sus obras ya alcanzan precios millonarios.
Por las nubes
Zhang Xiaogang es uno de los artistas chinos más cotizados. Hace cuatro años Christie's subastó un cuadro suyo por 76.500 euros. La misma obra fue vendida hace pocos meses por 1,12 millones de euros. Y es que en sólo dos años las ventas mundiales de arte chino contemporáneo de Christie's han pasado de 13,5 millones de euros a 90. Y las de asiático, en Sotheby's, se han disparado de tres millones a 52,5 millones de dólares.
El arte chino está de moda
Fue en las bienales de Venecia y São Paulo del 1994 y 1995 cuando los artistas contemporáneos chinos comenzaron a atraer la atención de galerías, comisarios y coleccionistas. Pero ha sido en los últimos años cuando la demanda se ha disparado. Y con ella, los precios. Algunos críticos consideran que, como en otros sectores de la potencia emergente, existe una burbuja. Otros, sin embargo, creen que es una tendencia general al alza de los precios del arte actual, y añaden que lo que ocurre es que las obras cotizaban a valores muy bajos.
Nombres como Zhang Xiaogang, Yue Minjun, Liu Xiaogong, Wang Guangyi, Ai Weiwei, Xu Bing o Liu Wei se han convertido en imprescindibles en el mercado internacional, y en el centro de atención de grandes museos. Universidades extranjeras ofrecen cursos sobre el arte chino del siglo XX, y hay muchísimas becas para realizar investigaciones en este campo.
El boom asiático
Pero, ¿a qué se debe este boom? El más reciente a la entrada en acción de los coleccionistas locales, muchos de ellos nuevos ricos, que, además de invertir en obras de sus compatriotas, han comenzando a interesarse por pintores y escultores extranjeros.
Así, mientras prácticamente cada semana se abren galerías privadas en Pekín, la estructura pública es limitada. Pekín o Shanghai tienen museos dedicados al arte moderno, pero las autoridades siguen siendo reacias a dar entrada a muchos artistas, y prefieren que sus obras sean sólo accesibles en zonas especiales, como las viejas fábricas y los almacenes que han sido transformados en espacios para la cultura en Pekín y Shanghai, y que son visitados sólo por extranjeros y la elite cultural china.
Para los artistas, esta moda ha comportado un cambio drástico. Los que han tenido éxito viven como millonarios, con casas y coches de lujo, cuando hace 15 años apenas lograban sobrevivir. Entonces, suelen decir, en China todo el mundo era pobre.