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Figura de pasta de papel sobre base de madera de pino, con refuerzos interiores de madera y aparejada al modo tradicional (varias capas de blanco de España y cola de conejo), de 70 cm.
A modo de un santo indefinido o de una personificación de lo divino, se trata de un hombre de edad avanzada de complexión más bien enjuta con la anatomía definida y con una postura encorvada hacia adelante que junto con la posición de las piernas sugiere un movimiento con cierta arrogancia. Se encuentra estirando su brazo derecho mostrando una postura en su mano característica de quien está ofreciendo algo, aunque también ello mismo puede interpretarse como un acto de petición. Mientras, su otro brazo, más bien tenso, figura más o menos recogido en su costado.
Representando como no podía ser otra cosa lo divino, la figura, dirigida al espectador, pretende inducir un cierto compromiso al obligarle a verse como receptor de cierto don o regalo u objeto de una indiscreta petición a la que éste en cada caso, pondrá nombre según sus circunstancias, pero siempre en relación a la vida y al sentido o propósito de la misma; dicho de otra manera, el objetivo es crear un momento de introspección.
Está pensada para situarla en interior, a media altura y con una iluminación frontal en contrapicado, que siempre favorece el efecto terrorífico.
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