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Este cuadro es una composición abstracta con pinceladas rectangulares y cuadradas, aplicadas con gran densidad de pintura, creando un efecto de bloques superpuestos. Los colores predominantes son rojos, verdes, azules, grises, blancos y lilas, que se entrelazan de manera rítmica, recordando a un mosaico urbano o a una vista aérea de una ciudad iluminada.
La textura es muy marcada: cada trazo de pincel deja su huella, aportando energía y movimiento. La disposición de las formas y los contrastes de color transmiten dinamismo, pero también cierta armonía dentro del aparente caos.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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