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La obra la enmarco dentro del surrealismo y nace del automatismo puro, es decir, cualquier forma de expresión en la que mi mente no ejerce ningún tipo de control. Intento plasmar por medio de formas figurativas simbólicas las imágenes de la realidad más profunda del ser humano, el subconsciente y el mundo de la angustia, para lo que recurro a elementos como: animación de lo inanimado, aislamiento de fragmentos anatómicos, elementos incongruentes, metamorfosis, evocación del caos, representación de autómatas, de espasmos y de perspectivas vacías. Presento hechos sacados de la realidad pero dentro de un ambiente desgarrador. Las figuras vuelan sobre el paisaje vacío y arbitrario. Las emociones provocadas y una realidad histórica, evoco una serie de elementos reales puestas en contexto pero la magia de lo incierto lo transmuta.
Joan Miró escribió, \"Me es difícil hablar de mi pintura, pues ella ha nacido siempre en un estado de alucinación, provocado por un shock cualquiera, objetivo o subjetivo y del cual soy enteramente irresponsable\".
¡FIRMES CACHIRÍ! Fue realizada en óleo sobre tela y muestra mi visión personal de una escena histórica, dentro de la imagen documental, la estructura formal de la misma se trabaja con un lineamiento central, donde recae el peso de las emociones y se modula con los elementos puramente históricos del suceso, atenuadas con el uso del color y el tratamiento de la pincelada, donde intento resolver la fortaleza evocada en las emociones, la agresividad, la rabia contenida en contraposición a la simbología del color, . Kandinsky dice que el amarillo representa la locura violenta, lo insoportable. Manejo el desequilibrio formal, la saturación formal de elementos con jerarquía en las emociones en proporción a los tamaños con la figuración de la síntesis; construyo la profundidad de los planos de la obra atreves de la superposición (una figura aparece encima/delante de otra, ocultándola parcialmente)
Finalmente, Si el hombre es el paisaje, no podríamos negar lo mucho que los riscos, montañas y valles insalubres contribuyeron a modelar el talante santandereano, al menos antes de la globalización de las economías, las costumbres y los vicios. La franqueza un poco ruda, el modo de llamar sin embozos las cosas, la animadversión instintiva por el doblez y la finta, el sentido del honor y la lealtad, la hidalguía hospitalaria, el trato y el espíritu igualitarios, el arrojo personal y el arrogante e indócil individualismo no exento del criterio de solidaridad social. Tales atributos debieron de acentuarse con la trampa urdida contra los Comuneros en la altiplanicie.
Sandra Durán
En 1816 fue la batalla, y los independientes,
patriotas, fueron derrotados. Se presentaba uno
de los espectáculos más terribles a los ojos de los
españoles ya dueños del campo: ??estaba cubierto
de muertos en putrefacción, de caballos en el mismo
estado, y de prendas de un ejército destrozado. Las
aves de rapiña cerníanse ominosas sobre aquel
cementerio descubierto??.??El avance victorioso de
las tropas realistas se convirtió en la más espantosa
carnicería. Sólo García Rovira, Santander y algunos
veinte oficiales y un grupo de jinetes que no llegaba
a treinta, pudieron salvarse; más de setecientos
cadáveres, muchos de oficiales y la mayor parte de
las tropas del Batallón Socorro, quedaron regados
por el camino de Suratá a Matanza, sin tener más
sepultura que el vientre de las aves de rapiña??.
Alejandro Navas Corona
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