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Lorenzo una vez más logra atrapar en sus creaciones el palpitar de la nación, como escribiría el maestro de las artes plásticas Pedro Pablo Oliva en el diploma de uno de sus tres premios CUBANEO, otorgados a la mejor obra expuesta en los años que fueron emitidos. Esta vez es un lienzo el que se impone por su gran formato donde convergen una gran diversidad de disímiles temas, formando una gran obra que no da margen al error, como diría el creador es una obra simbólica donde todo tiene su significado, donde ningún elemento ni personaje esta insertado al azar, dejando al descubierto que encerrar su obra en un estilo o movimiento determinado sería utópico, ya que no se avizora movimiento capaz de abarcar todas sus intensiones artísticas. Considero que es muy ecléctica con todo tipo de influencias conceptuales y formales, con un marcado aro possurrealista, son obras de ensueños muy simbólicas donde lo grotesco junto al desnudo y lo zoomórfico siempre tienen el protagonismo convirtiendo la creación en un proceso divino que libera al espíritu, de ahí la realización de esas obras claves, cuestionadoras y polémicas a la que nos tiene acostumbrado, que le han otorgado tantos premios.
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