Fotografía
DULCES SUEÑOS, HERMANITOS.
Hace ya algún tiempo atrás, les conté que en oportunidad de llevar con Marta nuestras mascotitas (la perrita Pelucha y el perrito Elmer) a corretear un poco por el parque del Castillo Barón de Mauá (distante unos cinco kilómetros de nuestra casa), nos encontramos con la sorpresa de bajar de nuestra camionetita y ser recibidos por fuertes, continuos y estridentes maullidos que en un principio no lográbamos ubicar. Fue Pelucha quien antes que nadie corrió hacia un pequeño árbol y al pié del mismo se paraba en dos patas y ladraba mirando hacia la copa de él. Inmediatamente nos acercamos y pudimos ver dos pequeñitos gatitos que estridentemente con angustiantes sollozos (maullidos), nos mostraban su pesar. Cariñosamente Marta extendió sus brazos hacia ellos y les comenzó a hablar provocando que uno se lanzara desde las alturas hacia las manos de Marta que lo atrapó ágilmente y sin consecuencias. El otro gatito, más temeroso, debió ser bajado por mí después de algunos intentos fallidos. Aún recuerdo la cara de Marta quien con los dos gatitos entre sus brazos y sin emitir una sola palabra, tan sólo mirándome me interrogaba:
¿Sííí papi sííí… podemos llevarlos?...
Obviamente no necesité tampoco decir palabra alguna, simplemente asentí con mi cabeza como diciendo:
-Está bien, date el gusto-
Y le agregué con palabras… “comienza desde ya a buscarte un loro, creo que es lo único que nos falta para tener nuestro propio Zoológico en casa ja ja ja”.
El tema a continuación fue el adaptarlos a la rutina de nuestra casa. Pelucha como buena madre que siempre ha demostrado ser, se ocupó inmediatamente de cuidarlos siguiéndolos vigilante para todos lados. Sin embargo, en contra de lo que pensamos, nuestra gata Mimí en principio, debe de haber sentido en peligro su posición en la casa y se lo demostraba a los gatitos con fuertes y agresivos maullidos de enojo. Por suerte, cada vez que ella intentaba llevar a cabo alguna agresión, nuestra perrita Pelucha se hacía presente y la sacaba corriendo, protegiendo así a los pequeños.
Hoy por hoy, todo ha cambiado, los gatitos que mostramos en la foto, ya están grandes, Mimí luego de aceptarlos, les condujo a una etapa de esmerado aprendizaje y se pasa gran parte del día compartiendo con ellos distintas actividades propias de su raza. Tanto Marta como yo, nos sentamos en la hamaca de jardín que tenemos en el fondo de nuestra casa y nos deleitamos viendo como esa gran familia de cinco animalitos (perrito, perrita, gatita y dos gatitos), se las ingenian para corretearse unos a otros, saltar y luchar entre sí, jugar con su pelota, o en el caso de los gatos, subir y bajar vertiginosamente de los árboles de nuestro fondo. Cuando se cansan, los gatos saltan y se acurrucan sobre nuestros muslos, mientras que los perritos se echan sobre nuestros pies.
Como verán, estamos “chochos” con esta pequeña familia que hemos conformado, los animalitos se ocupan de llenar amorosamente un tiempo importante en nuestra actual vida y logran que el tránsito de las horas de cada día, se haga para nosotros sumamente más disfrutable en un estado de más plena felicidad y agradecimiento hacia la vida y hacia nuestro Dios que nos ha permitido tener este tiempo compartido.
Queridos amigos, si bien hay mucho para contar, no quiero abusar de su admirable paciencia para con mis “pesados relatos”, por lo que me despido deseándoles a todos un día de pleno regocijo y compartida felicidad…
Queriéndolos mucho a todos… Jorge.
Curriculum vital del Prof. Jorge Verde y su obra
Nacimiento
El Prof., Jorge Washington Verde Ramos, nació el 30 de julio de 1951, en la ciudad de Mercedes, capital del Departamento de Soriano, en la República Oriental del Uruguay, en América del Sur.
Primeros...
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