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Una mujer descansa en el banco de piedra de una casa blanca de la Alpujarra, envuelta por la calma y la luz del mediodía. La escena transmite intimidad y serenidad, con una atmósfera cálida que invita al silencio. La textura del óleo pastel aporta suavidad a las formas y resalta los matices de la luz sobre la piedra y la piel. Una obra que celebra la quietud y la belleza de los momentos sencillos.
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