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La pintura de Horacio Molina
La naturaleza intrínseca de la pintura de Horacio Molina se debate en una constante tensión, entre el mundo visible e invisible. Básicamente toda su obra es un umbral al más allá visto desde los elementos simbólicos de su universo pictórico. Hay una presencia espiritual que rompe las percepciones comunes, a una oculta trascendencia que alterna permanentemente en su visión creadora.
Desde su más joven manifestación pictórica, el sello de su visión es llevar al espectador a los planos en donde una realidad se manifiesta, plena y deliberada de poderosos contenidos. Así esta pintura forja y corre un telón para la mirada inquieta que examina su obra, para descifrar ese mas allá, que se presenta firme y seductor en su composición: el lenguaje de su creación, descifrador e interpretativo de nuevas percepciones visuales. Su obra se afirma y madura con el tiempo en la cualificacion de su imaginario pictórico, desarticulando y penetrando en nuevas extensiones de las regiones visuales, a otro universo complementario, mas lleno de luces y colores, rompiendo los esquemas de realismo y de toda forma fácilista en la interpretación. Esta sobresaliente facultad enriquece a los espectadores de su obra. Un paisaje no es un simple paisaje, es tan bien planos internos que se abren a otros juegos visuales, de encuentros inesperados de diferente naturaleza, o de contextos pictóricos, pero que se enlazan en otros significados. Agudizando la mirada o enriqueciéndola con mayores plenitudes. Este accionar pictórico hermana realidades y las complementa en sus misterios. No hay caprichos en su elaboración, hay una continua fluidez de elementos en busca de una nueva plenitud. En su obra el árbol y el gran manantial o el visitante muestran la entrada a esta visión.
En la última etapa la pintura de Horacio Molina ha adquirido una profundidad mayor y un rigor conceptual visual que maravilla. Ha surgido una presencia aguda astro-espacial con una estética futurística de planos, diseños y arquitecturas que señalan una acrecentada psicología del hombre postmoderno con sus vuelos sonados, con los encuentros de formas espaciales increíblemente sensuales que iluminan el tiempo interno del observador. Los contenidos de su ultima pintura ya se han desprendido para llegar a un espacio atemporal, en un imaginario que se abre como relámpagos de visiones de increíbles construcciones enigmáticas y de una belleza que invita al extasío. Esta última parte de su obra ha llegado a una cima desde donde ve su propio universo pictórico y que confirma el sello de su sincrética creación pictórica. Transportan sus cuadros a un cosmos donde fuentes de formas exquisitas se muestran en su plenitud, cautivan en su imponente reserva y a su vez en su revelación. Hay una exploración generosa a un nuevo lenguaje de rupturas radicales con estos espacios galácticos que envuelven y alimentan la conciencia de los infinitos.
Este arte provocativo en sus diseños y sus atmósferas únicas hace una diferencia significativa con los cortes de las concepciones del presente. Su temática forja una condensación de realidades asombrosas, de planos que se abren y multiplican borrando toda linealidad, surgiendo nuevos horizontes que despiertan a otra sensibilidad del tiempo, el vuelo y la memoria, con nuevas aristas perceptivas, de luces de lunas y soles intangibles, que en su eternidad son testigos silenciosos de la fecundidad vital de la mirada eternizada, de tejidos de campos magnéticos y de energía iluminada con objetos que se integran con su naturaleza ovaladas en una arquitectura aéreo espacial de intrigantes condensaciones. Esta pintura abre sutiles vistazos de una estética que agiliza y profundiza las psico-cósmicas necesidades del hombre, que busca explorar la belleza de los infinitos, que se han convertido en una explosiva urgencia de sus definiciones. Una nueva sensibilidad integradora para el hombre del hoy. Con esta obra se hacen próximos. Es la promoción de las rupturas de las fronteras de los contenidos semánticos hacia una nueva frontera del ver y del interpretar, de esto precisamente reside su valor y su autentica aporte a un arte que quiere conquistar otras fronteras. Una estética que se familiariza los campos energéticos, condensaciones materiales en colores, fluidez de formas en una sensual arquitectura de ignotos universos.
Horacio Molina penetra un arte de los nuevos tiempos y las nuevas exigencias en el veloz mundo que habitamos. Toda forma rígida es superada. Campos y planos conjugados con asombroso diseños que mutan y maravillan la conciencia de los pasajeros espectadores de su obra. Toda esa aerodinámica de los fluidos qué se concentran en sus hallazgos y sus fugas de incalculables fuerzas internas, que se reorganizan en una superficie de la tela para capturar una mirada que permanecerá errante en busca de mayores misterios. La obra de Horacio Molina es la decantación de una larga meditación creativa, derramada sobre una tela que se abre amorosa para permitir la entrada a los amantes de un más allá posible.
FabioVelásquez C.
Escritor y poeta, critico de arte.
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