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En una calle tranquila de Busquistar (Granada), los gatos se reúnen frente a una vieja puerta de madera bañada por la luz. Las pinceladas expresivas del óleo recrean la textura de la hiedra, la cal de las paredes y la serenidad de la escena cotidiana andaluza. Una obra que invita al sosiego y al amor por los rincones donde aún habita la calma.
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