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Este cuadro muestra una hilera de árboles al borde de un lago, reflejándose suavemente en el agua. El follaje, en tonos verdes, naranjas y dorados, sugiere un paisaje otoñal, donde la luz del sol ilumina con calidez las copas. El agua refleja con cierta difuminación los troncos y colores, aportando un aire sereno y contemplativo a la escena. El cielo claro y despejado complementa la tranquilidad del entorno.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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