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Esta obra es una pintura que muestra cuatro álamos erguidos a orillas del agua. Los troncos verticales se reflejan en la superficie azulada, que transmite calma y frescura. La parte superior de los árboles está cubierta de frondoso follaje verde, que filtra la luz y genera un contraste con el cielo claro del fondo. En la base, una franja de hierbas y matorrales en tonos verdes oscuros acentúa la profundidad de la escena.
El estilo es impresionista, con pinceladas sueltas y mezcla de colores que evocan movimiento y naturalidad en el paisaje.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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