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Este cuadro es una acuarela de paisaje con un estilo sencillo y sereno. La composición muestra una llanura amplia y verde, con tonos variados de verdes y marrones que transmiten la textura irregular de la vegetación. El horizonte es recto y nítido, dividiendo la tierra del cielo.
En la parte superior, el cielo ocupa más de la mitad de la obra: es azul claro con pequeñas nubes blancas dispersas, lo que genera una sensación de calma, amplitud y ligereza. La técnica sugiere pinceladas suaves y aguadas, propias de la acuarela, que aportan frescura y un aire etéreo.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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