La evolución en un artista demuestra, entre otras cosas, el deseo de explorar, de investigar nuevas vías de expresión. La obra de Mayra Lifich (Buenos Aires, 1969) presente en Artelista demuestra que la artista argentina no piensa quedarse quieta, que su objetivo es seguir descubriendo formas, temáticas y recursos. Solo con los ojos abiertos al mundo, un artista puede avanzar. Y Mayra Lifich sigue abriendo camino.

Estado de tensión activo

Así podría nombrarse la nueva vía creativa que ha adaptado Lifich desde hace un tiempo. Ha pasado de una abstracción geométrica resplandeciente, amable y limpia que podíamos degustar en obras como Escalera al cielo o El Circo a un expresionismo abstracto más agresivo, nervioso e incisivo.

Escalera al cielo, Mayra Lifich.

Escalera al cielo, Mayra Lifich.

Furia es un buen ejemplo de este giro estilístico de Lifich. Para la pintora bonaerense, «cada obra es un enigma a descifrar, un estado de tensión activo». Para el espectador, una obra como Furia es un embriagador e inquietante acertijo que convulsiona desde un punto de vista estético. Los trazos pictóricos son agresivos siendo dominados por unas líneas negras que contienen un esquema geométrico inestable, a punto de explotar. Los toques rojos son la guinda de este desabrido pastel pictórico

Furia, Mayra Lifich.

Furia, Mayra Lifich.

El mismo estilo aparece representado en obras recientes como bleu-blanc-rouge en el que la línea cae definitivamente bajo la dictadura del color. Sin embargo, este expresionismo abstracto que podría recordar a De Kooning se suaviza en otras obras sin perder su enigmático carácter cautivador. En Azules o Blanco el observante se puede detener a disfrutar del juego de líneas, planos y colores que propone la artista argentina. Y en Woman in Blue, Lifich parece acercarse a Picasso y Klee para ofrecer un verdadero espectáculo de texturas y sutilezas cromáticas.

Tampoco podemos olvidar, entre su producción más reciente, dos obras emparentadas: Fragmento Yuly y Yuly II. En ellas, volvemos a apreciar el gusto de Lifich por los juegos de colores cálidos que se desbordan en estos preciosos collages que son puro nervio cromático.

YULI II, Mayra Lifich.

YULI II, Mayra Lifich.

La ciudad oculta

Para Mayra Lifich la ciudad es otra fuente de inspiración. Su mezcla de ruidos, colores y fragancias construyen el escenario en el que se desarrolla la vida de la mayor parte de nosotros.

La pintora argentina deconstruye la ciudad jugando con diferentes recursos procedentes de las vanguardias clásicas. El cubismo, el expresionismo y la abstracción geométrica se dan la mano en obras como Suburbano II, Suburbano III o Ciudad Oculta. Esta última llama de nuevo la atención por el fragor de las texturas que devoran las líneas hasta generar un poderoso efecto en el espectador.

Berlín, Mayra Lifich.

Berlín, Mayra Lifich.

Entre sus visiones de la ciudad, destacamos sobre todo la dedicada a Berlín, por la solución estética de compromiso que propone, un cruce entre su expresionismo abstracto más agresivo y los campos de color plano. El cuadro parece una centrifugadora en la que la tensión entre los fragmentos, casi como cristales de color, se hace más palpable que nunca, como si Lifich hubiese metido en la lavadora dos cuadros diferentes. Sin duda, una de sus obras más impactantes a nivel estético.

La «otra» Mayra Lifich

La pintora argentina también es capaz de sorprender con una serie de obras que rompen por completo con las obras reseñadas anteriormente. Hablamos de su serie Pescadores, en las que Lifich nos muestra unos cuadros de carácter hiperrealista y fotográfico. Son cuadros de pequeño formato (40 x 30 cm) que muestran su personalidad poliédrica.

Pescadores I, Mayra Lifich.

Pescadores I, Mayra Lifich.

Pero la artista argentina también cuenta en su colección de Artelista con obras de sus etapas anteriores, la que nosotros emparentamos con una abstracción geométrica más pausada, amable y colorista, que nos recuerda a, por ejemplo, Jacint Salvadó. Las mencionadas Escalera al cielo o El Circo son ejemplos de esta fase. El segundo es un cuadro de gran formato (200 x 100 cm) que en su armonías cromáticas también se emparenta con Miró.

El Circo, Mayra Lifich.

El Circo, Mayra Lifich.

No queremos cerrar esta revisión de la obra de Mayra Lifich sin reseñar el homenaje que la artista hace a su perra Pampa en el cuadro del mismo nombre. Otro ejemplo de la heterogeneidad estilística de la artista argentina cuya evolución refrenda el entusiasmo de Lifich por seguir abriendo camino en su trayectoria artística.

Pampa, Mayra Lifich.

Pampa, Mayra Lifich.

Te invitamos a visitar la galería de Mayra Lifich en Artelista.