En su obra, Samanta Rched Abugauch propone una reinvención del arte figurativo adaptando formas clásicas a sentimientos y conceptos contemporáneos.

Albrecht Schenck. Samanta Rched Abugauch

Albrecht Schenck. Samanta Rched Abugauch

 

El trabajo de esta joven pintora argentina purifica la norma de lo convencional. En sus lienzos, asistimos a una reinterpretación del arte figurativo para afrontar la realidad actual. Su propuesta pictórica consiste en una exhibición de la psicología humana a través de su lado más primitivo. Para ello, construye metáforas que conectan los estados de ánimo del hombre con el mundo animal.

El hombre que está solo y espera. Samanta Rched Abugauch

El hombre que está solo y espera. Samanta Rched Abugauch

 

De esta manera, Samanta Rched Abugauch aborda una permanente y profunda reflexión acerca de la condición humana, su relación con el entorno, el arte y sobre el sentido de la vida. Especialmente, indaga en emociones que acompañan al ser humano tales como la soledad, la incertidumbre o la tristeza. Este sesgo reflexivo imprime a sus creaciones una fuerte connotación filosófica que la pintora decide acrecentar recreando un ambiente fantástico y de tono apocalíptico.

Los 4 gatos. Samanta Rched Abugauch

Los 4 gatos. Samanta Rched Abugauch

 

Esta apuesta, inmensamente creativa, la materializa por medio de la generación de sugerentes dualidades. Mezcla realidad y fantasía, lo clásico y lo contemporáneo, lo racional y lo instintivo o lo tangible y lo soñado. Interpretando esa materia inventada bajo el dramatismo y el exceso placentero del barroco. En este sentido, sus piezas son ricas en detalles, color, así como en precisión. Asimismo, en algunos de sus lienzos se puede apreciar la influencia directa del también artista argentino Roberto Aizenberg y su profunda inspiración en la arquitectura.

Paz. Samanta Rched Abugauch

Paz. Samanta Rched Abugauch

 

Samanta Rched Abugauch crea, pues, en sus composiciones auténticas experiencias sensitivas para el espectador que fácilmente queda envuelto en una atmósfera estremecedora y vibrante. Y, del mismo modo, sumergido en un universo pictórico donde el arte vuelve a representar el ánimo y la inquietud del tiempo en el que vive.

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