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La obra última caceria explora la interconexión inevitable entre la vida y la muerte, no como opuestos, sino como partes de un mismo proceso. El tronco muerto representa el final de una forma de vida, el cese de un ciclo. No obstante, no es el final de la historia. Se convierte en un fundamento, una base sobre la cual florece una nueva existencia. Los peces azules, con su movimiento perpetuo, simbolizan la continuidad de la vida y la regeneración. Su brillante color contrasta con la palidez del tronco, sugiriendo que incluso en la muerte, la vida encuentra un camino para prosperar, adaptándose y renovándose.
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