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Valledupar, la tierra de German el hombre

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  • Country: Colombia
  • Category: Drawing
  • Technique: Mixed Media
  • Measurements: 110.24 x 78.74 in
  • At Artelista since:
  • Tags: amistad, maestro, gratitud

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Artwork description

Es un día 25, de un mes de Mayo y los pensamientos humanos como una especie de álbum de fotografías cuyas hojas pasas hacia adelante, o hacia atrás dependiendo de las circunstancias y del único tiempo que dispones: El aquí y el ahora.

Hay hojas que más que contener fotos parecieran hojas de piedras talladas con historias que se pintan con los vibrantes colores que brinda la inconmensurable naturaleza de Macondo, imposible evitar la presencia de aquel personaje de apariencia alargada y ligera que se esculpe como escultura en la esencia de su apellido: Piedrahita, cuyo nombre de origen guerrero es una alegoría que traspasa las manecillas del reloj donde la defensa y resistencia es la consigna misma de la vida y obra de ese hombre de nombre Germán de apellido Piedrahita, que naciera un 25 del mes de Mayo en el año 1950.

Pensar en él me lleva por la carrilera donde circula el tren de los tiempos para posarme en la estación de la década de los ochenta, la locomotora de recuerdo se detiene en esa estación para dar inicio a un recorrido que finaliza en la década donde los ochenta y noventa se vuelven infinitos.

Parece haber pasado hace unos instantes cuando estaba allí, en el segundo piso de una edificación cuya planta arquitectónica se asemejaba a la U, esa forma no era otra cosa que largos corredores que contenían salones repletos de mujercitas que no llegaban a los años de la primavera, trascurría la media de esa década ochentera y aquel personaje, cual Quijote, nos hacía salir del salón para sentarnos en un punto del largo corredor y allí desde el silencio nos inducia a observar lo que la rutina diaria nos llevaba simplemente a mirar, ese hombre sacudía los sentidos para que observáramos el fondo de aquel corredor y en una hoja de papel a través de líneas sujetadas de un punto retratáramos lo que el ojo ya no veía, sino que sentía.

Salir de las cuatro paredes de aquel salón que se sumaba junto a otros a esa gran edificación donde se impartía conocimiento y la consigna de que lo sagrado es la familia, era toparse con esa montaña que llamaban “cerro” y que parecía estar casado con la única industria que ha habido por estas tierras: El Cerro de Cicolac.

Obedecer la directriz de Germán equivalía a un disfrute que no se tenía en otras áreas del conocimiento, era el equivalente a zambullirse en el mundo del ver con los ojos de alma y cada clase con él era la oportunidad de apreciar los espacios donde transcurrían los años de niñez a adolescencia desde los puntos de fuga, que una vez dominados pasaron de ser un simple punto a ser perspectivas donde el Cerro casado cambiaba de tonalidades según la temporada en que estuviéramos, unas veces tono trigo, otras esperanza y otras radiante con unos amarillos mágicos.

Esos años maravillosos de los ochenta pronto se fueron acercando a los noventa y con él también los cambios, aquel espacio orientado por mujeres vestidas de blanco y llamadas “hermanas” de apellido “Terciarias Capuchinas” en aquel mes de noviembre de 1989 se vistió de Gala y el vestido a cuadros que usamos se adornó con una cinta azul que contrastaba con la impecable camisa manga larga, a mi lado estaba Germán, quien me había secundado en la hazaña de crear y dejar como legado un periódico escolar que titulamos Faz Colegial, allí trazamos líneas que se hicieron caricaturas y letras que contenían los sentimientos propios de la despedida, eran cuatro hojas de lado y lado escritas con una maquina mágica de letras cursivas en las que se atrevieron a escribir Marina Martinez Barranco, hoy una excelente profesional de la Contabilidad, Ana María Torres Ochoa, quien después se hiciera abogada, Leonor Caamaño, hoy médica, Patricia Hernández Villazón a quien no volví a ver pero su radiante copete blanco persiste en mi memoria, Ana Maria Baute Mestre, como jefa de redacción, quien después se hiciera periodista, Germán como director y columnista aportando su columna titulada “Las extrañaré a todas” y quien aquí escribe la historia contenida en esa página del álbum de recuerdos.

Repartimos ese día más de mil ejemplares con los ojos brillantes por la alegría y nostalgia. Ese día cantamos a coro una canción célebre de un reconocido grupo de esos días llamado Menudo “El ayer hoy vuelve a mí, lleno de tantos recuerdos, que se van dejando atrás un pasado muy feliz”.

Los ochenta se fueron como agua entre los dedos y en un abrir y cerrar de ojos me hallaba en los noventa y esta vez en la capital, estudiando una carrera donde los puntos de fuga y las perspectivas se convirtieron en mis armas de combate, era lo que hoy equivale a hacer Render en la Arquitectura. Mi mundo se llenó de trazos y más trazos para dar paso a planos, cortes, fachadas y la perspectiva como ilusión óptica para adentrar al espectador en los espacios de esos planos que se hacían tridimensionales a través de los puntos y las fugaz de los mismos para un lado y para otro. Mi alegría no tenía límites y el compartir la ampliación de ese conocimiento con Germán era el plan de fines de semana a través de llamadas telefónicas porque, en ese entonces, el internet no era la herramienta de comunicación.

En una de esas llamadas, me cuenta Germán que iba a hacer de la Leyenda de Francisco el Hombre un gigante mural donde todos los símbolos de la Cultura Vallenata estuviesen condensados e integrados en una geometría que se pasearía entre el cubismo y la impronta propia de su perspectiva. Eran los tiempos donde hacer de Valledupar una sorpresa en el caribe implicaba impregnarle colorido a la plaza cuyo corte colonial ya comenzaba a regionalizarse con la intrépida presencia de la tarima paralela al palo de mango que hacia honor a la leyenda de Francisco.

Corrieron los noventa para besar el punto cero y en todo ese correr de tiempo allí estaba ese hombre de nombre Germán, nos encontrábamos siempre porque así es Valledupar, una vez la ves con los ojos del alma no te puedes desprender, nuestros puntos de fuga se convirtieron en criterios, de esos criterios salían visiones y propuestas de construcción del tejido social.

Pronto el punto cero comenzó a acercarse al 10, era el 2008 cuando Germán me extiende la invitación para participar en una exposición de Arte tipo concurso en la Casa de la Cultura, en la que en aquel entonces el era el coordinador.

Mi susto fue terrible, pero acepté y me presenté con un diminuto cuadro donde el punto de fuga permitía apreciar la perspectiva de la trama urbana de Valledupar. Lejos estaba de imaginar que participar en esa exposición trajera consigo la exhortación de Germán a no parar de pintar. Desde aquel entonces hasta el presente lo sigo haciendo desde las formas y maneras como me enseñó: Observando con los ojos del alma.

El 2010 pronto se volvió 2011, y con él, Germán y yo juntos otra vez ahora desde el Diseño Gráfico, la vida nos ponía el reto de proyectar el programa desde la Universidad del Área Andina y nuestro plan estaba más que claro: llenaríamos de murales de colores a Valledupar. Pero Germán cada día se hacía más ligero y pronto el 2011 se hizo 2012 y con el peso ligero de las plumas de un ave Germán se elevó en perspectiva al infinito cielo. Mil lágrimas cayeron y la impotencia propia del humano me hizo recordar la gran hazaña de Germán al retratar aquella batalla de Francisco El hombre consigo mismo, pues finalmente la envidia sentida por ese “diablo” de la leyenda no era otra cosa que la batalla que libra internamente el Ser humano en su interior y que la única manera de vencerla es con esos talentos con los que vienes dotado desde el vientre de tu madre… Entonces, mis lágrimas cesaron y comprendí que somos eso: la imagen y semejanza de ese Dios de todos, que no es casual que estemos en un territorio de nombre Valledupar y de apellidos Tierra de Dioses.

Aquí venimos a servir y entregar nuestros talentos a manos llenas, como lo hizo Germán, el Hombre.

Obra: VALLEDUPAR, LA TIERRA DE GERMÁN, EL HOMBRE
Serie: La Era del Florecimiento
Técnica: Mixta
Autoría: #YarimeLobo
Año de Inspiración: 2012

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