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Técnica: Óleo sobre bastidor entelado
Medidas: 40 x 60 cm
Esta obra representa un conjunto de canicas, cuidadosamente pintadas al óleo sobre bastidor entelado, que evocan la nostalgia y la magia de los juegos infantiles. A través de un realismo minucioso, la artista rescata un objeto cotidiano que marcó generaciones, transformándolo en un símbolo de memoria, inocencia y ternura.
Cada canica, con sus transparencias, reflejos y variaciones cromáticas, es tratada como un universo en sí mismo, cargado de luz y movimiento. El contraste entre la superficie texturizada del fondo y el acabado pulido de los cristales acentúa el realismo de la composición, invitando al espectador a detenerse en los detalles: brillos, sombras y tonalidades que sugieren tanto lo material como lo simbólico.
La disposición de las piezas, aparentemente casual, evoca la espontaneidad del juego, mientras que la precisión técnica transmite un profundo respeto por la memoria de la infancia. La obra invita a reconectar con aquellos instantes de simpleza y alegría que trascienden el tiempo, convirtiéndose en un puente entre pasado y presente.
Una pintura ideal para coleccionistas que valoren tanto el realismo contemporáneo como las obras con fuerte carga emocional y simbólica.
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