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EL único y verdadero pecado del “viejo verde” es la transgresión de una ley de la belleza y, por tanto, su falta es de orden estético. También es verdad que cuando empieza a dibujarse en lontananza la vejez, es entonces cuando la vista fatigada comienza a percibir una intensa belleza que no veían los ojos agudos de la juventud.
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