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Este cuadro no es solo una abstracción, sino un misterio cristalizado en colores. Aquí se encuentran los elementos: fuego y agua, lo masculino y lo femenino, la tierra y el cielo. La llama roja asciende como alas de Águila — símbolo del espíritu, la libertad y la visión superior. Le responde el azul fluido, lleno de suavidad, sensualidad y profundidad femenina. Juntos se entrelazan en una unión sagrada, donde no hay lucha, sino una danza de iguales.
En la mitología de muchas culturas, el Águila siempre fue mensajero de los dioses, mientras que el Agua es el seno de la Gran Madre. Su encuentro es pura alquimia: de él nacen lo nuevo, la inspiración, el amor y la plenitud. El cuadro refleja el arquetipo ancestral de la unión entre Espíritu y Materia, donde lo masculino se convierte en protección y lo femenino en fuente de vida.
A nivel energético, esta obra abre el acceso al fuego interior y despierta la memoria de que la verdadera fuerza solo nace en unión con el Amor. Funciona como un portal: al situarse frente a ella, se puede sentir un movimiento en el cuerpo — calor en el pecho, expansión de la respiración y una elevación interior.
Para quién es esta obra:
• coleccionistas de arte sagrado que valoran la profundidad simbólica;
• quienes buscan en su hogar un cuadro-talismán que irradie energía de protección y armonía;
• parejas que ven en su unión no solo el amor, sino un camino de crecimiento espiritual;
• personas que atraviesan procesos de transformación y despertar, integrando lo masculino y lo femenino en sí mismos.
Esta obra no es una simple decoración; es un símbolo vivo de unidad y del fuego del corazón, capaz de convertirse en el centro del espacio y en fuente de inspiración durante muchos años.
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