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Ella no grita.
No necesita demostrar nada.
Simplemente es — como el océano: suave al tacto, pero infinitamente poderoso en su profundidad.
Esta obra habla de la naturaleza femenina, donde la ternura no es debilidad, sino la mayor de las fuerzas.
Donde la sensibilidad es una antena hacia lo divino.
Donde fluye una energía capaz de calentar el mundo y mover montañas.
La corriente dorada en la parte inferior simboliza una columna interna poderosa, que nace desde la Tierra misma.
El cielo turquesa y lavanda refleja la energía de la aceptación, el amor y la sabiduría superior.
Cuelga este cuadro donde necesites recordar
que no necesitas ser dura para ser fuerte.
Que tu poder está en ser viva, sensible y auténtica.
La pintura te susurra:
no eres solo agua o fuego —
eres todo eso a la vez.
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