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Esta pintura trata del regreso a la vida a través del amor, la suavidad y la plenitud madura.
Habla de las energías tiernas pero poderosas de Mallorca, una isla donde todo respira con calma, con profundidad, con dulzura.
La figura central parece un alma renacida, abrazada por la tierra y el corazón mismo del planeta.
Es un retorno al cuerpo, a la sacralidad de la materia, a la alegría — no ruidosa, sino real, enraizada, consciente.
Es ese momento en el que al fin puedes decirte: «Estoy aquí. Estoy viva. Y quiero vivir.»
Esta obra guarda la memoria de un alma que elige quedarse — no por deber o miedo, sino por amor.
Es un portal para quienes están listos para volver a sentir la vida.
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