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En esta obra quise plasmar la sensación de tranquilidad que se siente al recorrer un bosque al amanecer. Me inspiré en esos momentos en los que la niebla se levanta suavemente y la luz cálida del sol empieza a iluminar el paisaje. Pinté el arroyo con tonos azules profundos para que reflejara los troncos esbeltos y el cielo, y trabajé la orilla con verdes y violetas para sugerir la humedad y la riqueza de la vegetación. En el fondo, una atmósfera dorada y difusa envuelve los árboles y crea un contraste delicado con las sombras frescas del agua. Con esta pintura deseo invitar al espectador a adentrarse en este rincón de naturaleza, sentir el murmullo del agua y compartir la serenidad y el misterio de la escena que me cautivó.
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