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La obra muestra una composición abstracta de estilo geométrico con gran fuerza visual. Está formada por bloques rectangulares y cuadrados en tonos óxido, negro, blanco y texturas rugosas, con pinceladas de azul y rojo que parecen salpicaduras de energía o movimiento.
Entre los elementos se distinguen piezas metálicas reales incrustadas, que contrastan con la superficie pintada. En el centro, un pequeño reloj de pulsera parece actuar como núcleo o corazón de la pieza, evocando el paso del tiempo en medio de una estructura rígida y fragmentada.
El efecto general transmite una sensación de ciudad industrial vista desde arriba, un laberinto urbano donde el tiempo es protagonista.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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