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Un momento de pura intensidad y lucha. Las figuras, vestidas de blanco, danzan en un torbellino de movimiento, sus palos alzados como símbolos de resistencia y esperanza. El cielo, teñido de rojos y naranjas ardientes, refleja la pasión y el caos que arden en sus corazones. Cada pincelada fue un grito, cada color una emoción cruda. El marco dorado rojizo que elegí, enmarca esta explosión de vida, invitando al espectador a sumergirse en su narrativa. Esta obra, de unos 112x139 cm, es un reflejo de mi espíritu indomable.
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