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Una composición simbólica donde dos velas encendidas se alzan en el primer plano, reflejando la calidez y la espiritualidad del Shabat. Las figuras humanas, delineadas con suaves tonos dorados y naranjas, parecen fundirse con la luz, representando la unión del alma, el hogar y la tradición. El contraste entre la oscuridad del fondo y el resplandor central evoca la transición del mundo cotidiano al espacio sagrado del descanso y la paz interior.
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