Esta obra propone una mirada directa al paisaje interno del ser humano. El rostro, fragmentado y en constante transformación, se construye a partir de líneas tensas y planos superpuestos que sugieren pensamiento, emoción y memoria en movimiento. No se trata de un retrato, sino de una experiencia visual donde la figura funciona como símbolo de la conciencia.
La paleta de colores tierra, interrumpida por acentos vibrantes, aporta profundidad y dramatismo, mientras que la textura visible del soporte refuerza el carácter expresivo de la pieza. Cada trazo parece responder a un impulso intuitivo, generando una composición dinámica que mantiene al espectador en un diálogo constante con la obra.
Desde una lectura curatorial, el cuadro se inscribe en una estética expresionista contemporánea, donde la materia y el gesto son protagonistas. Es una obra que invita a la contemplación prolongada y a la interpretación personal, ideal para espacios que buscan carácter, identidad y una fuerte carga emocional.
Una pieza con fuerza narrativa, capaz de atraer al coleccionista que valora el arte como experiencia y reflexión.
Soy Federico Sebastián Kermen, artista visual nacido en 1987 en Mendoza, Argentina. Mi formación profesional en artes visuales me dio las herramientas técnicas necesarias, pero fue la experiencia, la observación y la búsqueda personal lo que terminó de definir mi camino artístico.
Trabajo desde una mirada humanista, donde lo social, lo simbólico y lo poético se entrelazan como capas de sentido. Mis obras nacen de la necesidad de explorar la condición humana, la identidad y el paso del tiempo, entendiendo el arte como un espacio de encuentro entre la materia y la emoción.
Mi práctica se apoya en procesos experimentales, alejándome deliberadamente de lo estrictamente académico sin perder rigurosidad ni compromiso profesional. Me interesa tensionar los límites de los lenguajes tradicionales para construir una expresión propia, honesta y abierta a múltiples lecturas. Cada obra es un territorio en transformación, donde el gesto, la forma y el silencio dialogan con quien observa.
Concibo el arte como una experiencia sensible y reflexiva, capaz de generar preguntas más que respuestas. Busco que mis trabajos inviten a detenerse, a mirar con atención y a establecer un vínculo íntimo, donde cada espectador complete la obra desde su propia historia.
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