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Técnica mixta: acrílicos y polvo de mármol. Con texturas y relieves.
Laterales pintados. 120x40x4 cm. No es necesario enmarcar la obra.
La obra representa un árbol de formas orgánicas y ramas extendidas, del que brotan no hojas ni flores, sino pequeños pájaros dorados. Cada ave parece surgir como un fruto maduro, listo para alzar el vuelo. Las ramas se abren hacia ambos lados como alas desplegadas, generando un movimiento simétrico y sereno que transmite equilibrio, expansión y armonía.
En el suelo hay huevos dorados sembrados como si fueran bulbos o capullos: pequeñas promesas de vida aún por nacer. Mostrando la continuidad entre el suelo fértil y el cielo abierto. Esta metáfora visual transforma el acto de sembrar en algo más profundo: no se siembran plantas, sino posibilidades aladas, semillas de libertad, esperanza o imaginación.
Es una obra que habla de la fecundidad del alma. Es un canto al poder de cultivar lo invisible: los sueños, la conexión, la memoria. Al observarla, uno siente que la vida se construye sembrando vuelo —y que, en ese acto, florecen cosas que el viento sabrá llevar mucho más lejos.
Elena Barón es una artista apasionante, talentosa y polifacética (pintura, escultura y fotografía) que ha expuesto su extensa obra en numerosas exposiciones , tanto nacionales como internacionales, como en el emblemático Palacio Kursaal de San Sebastián o en Nueva York. Y sus piezas se encuentran en colecciones privadas de todo el mundo.
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