Cuando hace más de 100 años Braque y Picasso inauguraron el collage como técnica artística modificaron para siempre la forma de hacer y concebir el arte. Lo cierto es que este procedimiento de disponer y pegar trozos de papel, fotografía, tela u otros objetos no fue un invento propiamente del siglo XX. Pero sí fue en este siglo donde se desarrolló como técnica y acabó resultando casi una ideología. ¿Por qué tuvo tanta repercusión en el arte de las vanguardias?

Los clásicos ya manejaban métodos parecidos, como tapar con papel aquella parte del lienzo que no les convencía. También, se conocen antecedentes en el arte japonés del siglo XIV, en lemas tribales africanos o en el arte popular alemán. Sin embargo, la propuesta de los cubistas fue revolucionaria en la medida en que el artista elegía deliberadamente incorporar elementos no pictóricos en las composiciones. Los objetos adquirían un nuevo significado al asociarse con otros y la obra, un valor tridimensional. La perspectiva del Renacimiento se invertía y el cuadro pasaba del plano al mundo real, tangible. Además, rompían con los materiales típicos y costosos, utilizando papel de periódico o latón para sus creaciones.

La botella de anís. 1914. Juan Gris

La botella de anís. 1914. Juan Gris

 

La mayoría de los cubistas pronto apadrinaron el collage. Fue el caso de Juan Gris que potenció sus virtudes aplicando su método deductivo. De hecho, la nueva técnica tuvo una acogida aplastante y rápidamente su uso se extendió por toda Europa, ofreciendo nuevas interpretaciones.

En Italia, los futuristas lo emplearon con un claro acento político para manifestarse a favor de la guerra. Al igual que muchos artistas rusos, entre los que destacan los constructivistas El Lissitzky y Aleksandr Ródchenko.

Carga de las lanzas. 1915. Umberto Boccioni

Carga de las lanzas. 1915. Umberto Boccioni

 

La época dorada del collage llegó con el dadaísmo. En su ataque a la racionalidad, los artistas dadaístas abrazaron la casualidad, el accidente y la improvisación y encontraron en las formas del collage, el ensamblaje y los fotomontajes las herramientas para materializar su protesta. Usando recortes de revistas, periódicos y de otros medios de comunicación impresos arremetían contra lo convencional mediante la distorsión de sus propias imágenes. Ejemplo de ello son los extraordinarios Merz de Kurt Schwitters, los trabajos de Jean Arp, Johannes Theodor Baargeld y George Grosz, entre otros.

Igualmente, por estas fechas, Marcel Duchamp revolucionaba la concepción del arte con su controvertida revalorización del objeto y aumentaba así su trascendencia. Concepto que recogería el movimiento pop. El surrealismo, más alejado del interés social y político e inspirándose en el inconsciente, siguió explotando las posibilidades del collage pegando imágenes de manera aleatoria y construyendo de este modo una nueva poesía visual.

Lío vertical típico como representación de Dadá Baargeld. 1920. Johannes Theodor Baargeld

Lío vertical típico como representación de Dadá Baargeld. 1920. Johannes Theodor Baargeld

 

Terminada la Segunda Guerra Mundial, muchos artistas europeos, como Jean Dubuffet, Jean Fautrier o Antoni Tàpies, optaron por trabajar el collage con materiales rudimentarios para expresar la Europa devastada que había quedado. Al otro lado del Atlántico, los norteamericanos también experimentaban los nuevos caminos del arte uniendo, rasgando o superponiendo elementos.

En definitiva, a finales de la década de los cincuenta, el collage ya se había convertido en la técnica que mejor permitía al artista cuestionar el arte tradicional y en una herramienta de cambio imprescindible para uno de los momentos más convulsos de nuestra era.

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