“Dios mío, ¿por qué no se me habría ocurrido a mí antes?”. Son palabras de Andy Warhol cuando presenció por primera vez la obra de Roy Lichtenstein (1923 – 1997) inspirada en las tiras cómicas y los cómics.  

Era el año 1961 y la sociedad norteamericana vivía tiempo de cambio. Los felices años 50 habían disparado el consumismo, y la publicidad se estaba erigiendo en un elemento clave de la cultura popular. Con este caldo de cultivo, varios artistas empiezan a mirar la cultura de masas como material de reflexión artística. Al otro lado del Atlántico, el británico Richard Hamilton elabora su célebre collage paródico Qué es lo que hace a los hogares de hoy tan diferentes, tan atractivos. Serían los estadounidenses los que dieran el impulso definitivo a esta corriente artística que pronto se denominó Pop.

Lichtenstein ante una de sus obras

Finales de los años 50. Domicilio de la familia Lichtenstein. Roy no gana lo suficiente como pintor para mantener a su familia. Pasa su tiempo de trabajo en trabajo. Para divertirse —y divertir a sus dos hijos pequeños— pinta envoltorios de chicles y tiras cómicas. Es el primer encuentro de Roy con su futuro. Cuando en 1961 pinta Mira, Mickey, un óleo sobre tela de gran formato que recrea una escena protagonizada por dos populares cartoons de Disney, al artista ya no piensa en sus hijos, reflexiona sobre las posibilidades de una idea: la mecanización del arte, la elevación de la cultura popular a categoría artística… Mickey Mouse en un museo.

«Look, Mickey» (1961). Un cuadro mítico que marcó la carrera de Roy

Roy presenta sus obras inspiradas en cómics al marchante Leo Castelli y este se convierte en su protector. Fue por aquella época cuando Warhol comprendió que el cómic era “un territorio adquirido” por Lichtenstein. Él ya había empezado a pintar viñetas cómicas sin conocer previamente la obra de su colega, pero la diferencia estaba en el estilo: Roy había llevado la impresión típica del cómic, con sus puntos bendéi, al lienzo. Warhol, por el contrario, se había mantenido fiel a una pincelada más tradicional. A la postre sería el gran hallazgo de Lichtenstein: no solo inspirarse en el cómic, sino imitar la factura del tebeo tradicional con su impresión industrial. 

Roy llevó la imitación de la impresión del cómic hasta emular los puntos bendéi

Y la bola echó a rodar y ya no se detuvo. El Pop Art norteamericano había nacido. Los galeristas abrazaron la nueva tendencia por sus evidentes posibilidades comerciales y el público no tardó en acostumbrase a este nuevo arte. ¡Cómo no acostumbrase si estaban rodeados de él por todas partes!

Por supuesto, el impacto inicial fue considerable. ¿Desde cuándo el Pato Donald es arte? Pero el Pop fue rápidamente asimilado por todos hasta el punto de que los críticos empezaron a elaborar sesudas teorías sobre la significación de la obra de Lichtenstein: crítica mordaz al consumismo, antibelicismo radical, parodia del mercado del arte, etc.

Pero Roy nunca admitió ninguno de estos objetivos: “Nos gusta creer que la industrialización es despreciable, pero las tiras cómicas y los rótulos son interesantes, hay ciertas cosas del arte comercial que son aprovechables, vigorosas y vitales”. Lichtenstesin estaba elevando a categoría de arte el cómic y la publicidad, algo que, ahora, ya no nos parece tan descabellado. “Mi obra trata más bien de la definición americana de las imágenes y la comunicación audiovisual”

Una de las esculturas Pop de Lichtenstein

Efectivamente, Lichtenstein estaba más preocupado en la técnica, en las formas y en el color que en dar un trasfondo intelectual a su obra. No se puede negar que hay una considerable porción de ironía en muchas de sus obras, pero a la postre, como la mayoría de los artistas, sea en la disciplina que sea, Roy tan solo trataba de encontrar un estilo definido y satisfactorio para su producción artística.  

Y a fe que lo logró. Se erigió en una de las figuras centrales del arte estadounidense de los 60 hasta los 80, siendo un valor seguro en los museos de medio mundo. Cuando el enorme Mural con pincelada azul para la Equitable Tower de 20 x 10 metros fue desvelado, no decepcionó: Roy Lichtenstein se hizo un autohomenaje irónico incluyendo a modo de collage varios de sus grandes hallazgos.

«Mural con pincelada azul» (1986)

La obra que Roy Lichtenstein mantuvo en su taller casi hasta el final de sus días lo regaló a la National Gallery de Washington en 1990 para conmemorar su 50 aniversario fue Look, Mickey. Tal vez fue una forma de recordarse que el arte y la banalidad están tan cerca que a veces pueden mezclarse… consiguiendo resultados sorprendentes.