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Este cuadro es una obra abstracta con predominio de tonos cálidos: amarillos, ocres y naranjas, con ligeros toques de verde. La textura es muy marcada, gracias a la aplicación de redes incrustadas en la superficie. Estas formas alargadas y en diagonal sugieren movimiento, como si fueran hojas secas flotando al viento, alas en pleno vuelo o incluso huellas que atraviesan un campo dorado.
El conjunto transmite vitalidad, fuerza natural y un aire otoñal o terrenal, con una sensación de transformación y paso del tiempo.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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