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El cuadro muestra una composición de edificios altos, de formas rectangulares y verticales, que evocan un paisaje urbano con rascacielos. Los colores predominantes son oscuros (negro y marrón), con contrastes en blanco y dorado, lo que transmite la idea de modernidad, solidez y monumentalidad arquitectónica. La parte inferior está delimitada por una especie de muro o reja texturizada en tonos claros con manchas de óxido, que da la sensación de barrera o límite entre la ciudad y el suelo.
El estilo es expresionista, con trazos gruesos y texturas marcadas, lo que le da al conjunto una atmósfera densa y un tanto melancólica.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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