© Todos los derechos reservados
En el océano de la vigilia suspendida, donde las olas son susurros de otro mundo, emerge una isla que desafía la gravedad. Su corazón es un árbol caprichoso, de tronco ancestral y una copa de flores gigantes, pintadas con los colores de sueños olvidados: azules siderales, amarillos solares y rosas de nebulosa. Sus ramas se extienden como brazos etéreos contra un cielo donde las nubes danzan con las estrellas.
La isla, un tapiz de verdor exuberante salpicado de flores imposibles – púrpuras abisales, naranjas de fuego fatuo y rojos de corazón de dragón – flota ingrávida sobre el caos marino. Las olas, lenguas de cristal líquido, lamen su base rocosa. Y en la cercanía, un jardín de flores oníricas palpita con una vida que no pertenece a este reino.
Es un fragmento de un sueño lúcido, un lugar donde la lógica se disuelve en la paleta de la fantasía, donde la naturaleza baila al son de lo imposible, creando una atmósfera encantadora y profundamente extraña.
Ver más información de Martí Felip