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Este cuadro muestra una representación artística de dos huevos fritos. Se emplea una técnica de pintura con textura visible, creando relieve en las yemas y el fondo blanco del huevo. Los colores predominantes son los tonos cálidos anaranjados y amarillos en contraste con el blanco y el crema del lienzo.
La obra transmite sencillez y cercanía, con un aire casi cotidiano que eleva un alimento común a motivo de arte.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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