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Este cuadro muestra una composición geométrica y minimalista con un efecto óptico interesante. Vemos franjas diagonales de colores (amarillo, verde, rojo, azul, marrón, rosa), que se entrecruzan formando una especie de escaleras o caminos en perspectiva. Sobre estos caminos aparecen siluetas humanas negras, pequeñas y solitarias, que parecen caminar o detenerse en distintos niveles del espacio.
La combinación de figuras geométricas y personas crea una sensación de movimiento, pero también de aislamiento: cada figura está sola en su propio trayecto, atrapada entre líneas de colores que delimitan su espacio. La obra transmite una metáfora de la vida como un recorrido individual en un entramado estructurado.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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