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Antonio Abril crea aquí un retrato estilizado de gran fuerza visual. La figura femenina aparece con un sombrero de estructura rectangular en negro y amarillo, que contrasta con la serenidad del fondo azul claro. El rostro, de mirada directa y labios rojos, transmite una elegancia enigmática, mientras que el vestido a rayas en tonos negros, turquesa y dorados aporta dinamismo y modernidad. Una pieza de fuerte carácter simbólico, donde el minimalismo y la geometría se encuentran con la expresividad del arte figurativo contemporáneo.
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