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Esta obra de Ana Dorcu nos invita a contemplar la fusión entre lo humano y lo natural a través de una figura femenina compuesta enteramente por motivos florales. El cuerpo, lejos de ser una forma anatómica convencional, se convierte en un jardín vibrante, donde cada flor parece brotar desde lo más íntimo del ser. El fondo rojo intenso, cargado de energía emocional, refuerza la idea de pasión, vida y transformación.
La técnica de impasto, con sus pinceladas gruesas y texturizadas, da cuerpo a una figura que no solo se ve, sino que se siente. Es como si la artista nos dijera que la identidad no es una superficie lisa, sino una acumulación de capas, emociones y raíces.
La obra puede leerse como una celebración de la feminidad, la fertilidad creativa y la conexión profunda con la tierra. Pero también como una afirmación de que lo humano florece cuando se reconoce como parte del ciclo natural, no separado de él.
Constanza. Rumanía. (1980)
Liceo de Bellas Artes. Rumanía
Facultad de Bellas Artes. Rumanía. Exposición 2001.
Beca Sócrates 2002. Escuela Superior de Bellas Artes Salamanca.
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