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La obra presenta una reinterpretación contemporánea de la figura de la menina, convertida aquí en un símbolo histórico filtrado a través de un lenguaje plástico libre y expresivo. El artista emplea manchas de color intensas para construir una silueta reconocible pero no literal, donde la figura emerge más por presencia cromática que por detalle anatómico.
La ausencia de rasgos faciales convierte a la protagonista en un arquetipo universal, permitiendo que el espectador proyecte su propia identidad y memoria sobre ella. El trazo negro, suelto y gestual, delimita apenas lo necesario, mientras que la estructura del vestido se fragmenta en ritmos y patrones que recuerdan tanto a la tradición barroca como a la abstracción moderna.
Esta menina no es un retrato, sino una memoria vibrante: una figura que viaja entre pasado y presente, entre la iconografía clásica y la experimentación pictórica contemporánea.
Constanza. Rumanía. (1980)
Liceo de Bellas Artes. Rumanía
Facultad de Bellas Artes. Rumanía. Exposición 2001.
Beca Sócrates 2002. Escuela Superior de Bellas Artes Salamanca.
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