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Esta obra captura la serenidad del litoral y la presencia silenciosa del faro como símbolo de guía y protección.
A través de una paleta dominada por azules profundos y tonos tierra, la artista invita a detenerse, observar y sentir el equilibrio entre la fuerza del mar y la quietud del paisaje.
Las pinceladas sueltas aportan movimiento al agua, mientras el horizonte abierto transmite calma, introspección y libertad.
Una escena que conecta con la memoria, el descanso visual y la sensación de hogar frente al océano.
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