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La obra presenta una composición abstracta dominada por tonos cálidos que evocan tierra, fuego y materia orgánica. En el centro, una trama entrecruzada de redes irradian líneas y gestos en todas direcciones. Las pinceladas enérgicas y superpuestas, con salpicaduras oscuras aportan ritmo y tensión visual.
La textura es protagonista: capas gruesas, raspados y trazos gestuales sugieren movimiento, crecimiento y transformación, como si la pintura capturara un proceso natural en constante cambio. La sensación general es de fuerza vital y expansión contenida.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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