Desde siempre, el Mediterráneo ha sido un material creativo de primer orden para músicos, poetas y pintores. La luz, la atmósfera y el mar incitan a los artistas a encontrar el eslabón perdido de la armonía. Doris Duschelbauer lleva más de 20 años en Mallorca abriéndose paso entre capas de tiempo y destellos de certidumbre. Al borde del mar, la artista alemana presiente que la paz imposible llegará con la próxima ola.

Oculto, Doris Duschelbauer.
Oculto, Doris Duschelbauer.

Oculto es una de las obras que mejor representa el estilo que ha forjado Doris Duschelbauer después de varios años de experimentación. Es curioso que la artista dé un título con un matiz negativo a una serie de obras con un fundamento teórico alentador. Porque más que oculto podríamos hablar de revelado, de futuro revelado.

¿Está el ser humano capacitado para reconciliarse con su pasado, para mirar el futuro sin aprensión, para permitir que el presente respire? Porque no se trata de vivir el presente, sino de permitir que el presente viva. Doris Duschelbauer trata de integrar pasado, presente y futuro a través de capas de pintura superpuestas pero interconectadas:  es el círculo del tiempo —el eterno retorno— frente a la noción de tiempo como hecho lineal, como huida hacia delante.

Recuerdos sobre blanco, Doris Duschelbauer.
Recuerdos sobre blanco, Doris Duschelbauer.

En Recuerdos sobre blanco, la artista afincada en Mallorca también exhibe esa técnica de capas de pintura que se han convertido en su seña de identidad, tanto plástica como simbólica. Deseosa de encontrar una estructura para su producción, Doris comenzó a llenar la superficie del cuadro con varias capas de pintura que luego mezcla con agua para suavizar el efecto de los colores.

Acostumbrada a trabajar en la terraza de su casa en el Molinar, Doris deja que sus cuadros sequen al aire. Dependiendo de la climatología, este paso puede durar más o menos tiempo y tener un efecto diverso sobre esta base pictórica del cuadro. Una vez preparada esta base, llega el momento de abrirse camino entre las capas de pintura para encontrar el motivo estético del cuadro.

La bici, Doris Duschelbauer.
La bici, Doris Duschelbauer.

Entonces, Doris esculpe más que pinta, usa una lija para eliminar partes de las capas de color generando armonías cromáticas y, en este caso, dejando también a la vista parte de un poema, como si de un collage se tratara. De alguna manera, Doris llegó al mismo punto que Miguel Ángel que no tallaba figuras, sino que las liberaba de la piedra: Doris lija, escarba y araña en sus capas de pintura hasta revelar el motivo oculto.

De la pintura figurativa a la abstracción textural

Como muchos colegas, Doris Duschelbauer comenzó pintando temas figurativos, a menudo con influencias de las vanguardias europeas de la primera mitad del XX. Viajera empedernida, durante años no pudo tener continuidad con su arte, aunque nunca le dio la espalda visitando a muchos artistas y colaborando con ellos. Incluso experimentó con la moda llegando a crear ropa interior femenina con elementos metálicos reciclados. “Ropa de fiesta”, como la propia artista afirma con un punto de ironía.

Sensación abrumadora, Doris Duschelbauer.
Sensación abrumadora, Doris Duschelbauer.

Pero fue a su llegada a Mallorca cuando la luz del Mediterráneo la invitó a parar, respirar y pintar. Su slow art, como ella misma define, es un arte muy influido por su entorno y su atmósfera geográfica. Y aunque progresivamente se ha ido alejando del arte figurativo, Doris, como cualquier artista, no puede negar la influencia de sus sentidos, no solo de sus sentimientos, en su obra.

En piezas como Sensibilidad o Mujer, la artista alemana combina su técnica de superposición de capas con una referencia figurativa. “La mujer es lo más bello que se puede pintar”, dice la propia pintora, y en obras como estas emerge grácil y estilizada entre brumas cromáticas, azules y blancas.

Mujer, Doris Duschelbauer.
Mujer, Doris Duschelbauer.

En otras piezas el motivo es mucho más claro. Con toda velocidad es una de esas obras en las que Doris se permite un incluir un elemento claramente reconocible. Lo mismo hace en Mar Poderoso. Ambos cuadros de paleta muy distinta, comparten no obstante una vertiente más fulgurante que buena parte del resto de la producción de la artista germana. Y es que el corazón, a veces, late más deprisa y contagia esa energía a la superficie del cuadro.

Pero Doris Duschelbauer parece sentirse más a gusto descubriendo motivos tras las capas de pintura, un instante casi mágico como sucede con Olivia – La tortuga rescatada, una obra expuesta recientemente en Mallorca en las I Jornadas ‘No Plastic’. Iba a ser una obra abstracta pero “apareció en el agua azul y turquesa” y, claro, hubo que rescatarla.

Los cuadros de Doris, a menudo, nos rescatan a nosotros del frenesí del presente a través de capas de colores suaves y texturas sabrosas como olas de tiempo en una orilla soñada.

Te invitamos a visitar la galería de Doris Duschelbauer en Artelista.