Son ya casi 50 años los que lleva Oscar Capeche dedicado a la pintura. Cinco décadas de exploración de la expresión plástica y de la creación de «un universo complementario» en el que reflexionar sobre la realidad y la belleza. La belleza, ese término asociado al arte como el desayuno al café. Pero, ¿cuántas bellezas hay? ¿Una por artista?

Las meninas y sus fantasmas.
Las meninas y sus fantasmas

En la obra de Oscar Capeche encontramos tantas bellezas que llegamos a una conclusión diferente sobre este término: la belleza, en realidad, no es el objetivo, no es un ideal: la belleza es el camino, es el procedimiento, es la sustancia que segrega el propio acto de buscar un prototipo que solo existe en nuestra nostalgia. Ya no estamos seguros de que la pintura o el arte sea bello, ni siquiera tiene por qué serlo: pero el acto de pintar, el acto de poner sobre un lienzo una combinación de líneas y colores para propalar nuestro espíritu, siempre será bello.

La mano en el pecho
La mano en el pecho

Estos bellos actos de Oscar Capeche pivotan en torno a una gran variedad de temáticas. La revisión de los grandes maestros de la pintura permite al pintor argentino radicado en Chile examinar grandes obras como Las meninas. En Las meninas y sus fantasmas no solo encontramos a Velázquez, sino también a Miró o a Munch. Como el propio autor afirma, ha buscado en los rincones «esos fantasmas» que abundan en cualquier casa… y no digamos ya en una residencia real.

Capeche también acude a otro de esos maestros que marcaron la historia del arte para hacer su propia versión de Caballero con la mano en el pecho. El autor argentino flamea la figura del modelo como, quizás, hubiese hecho el propio El Greco si no hubiese sido un encargo para un comitente. Y Frida, otra figura habitual en la obra del autor argentino.

Hércules y el minotauro
Hércules y el minotauro

La mitología clásica es un mundo que «aporta material infinito». Dos mil años más tarde nos seguimos viendo reflejados en Hércules y el Minotauro o en Leda y el cisne. Y eso es porque el mundo camino, pero el alma humana no. En ambas telas podemos apreciar algunos de los rasgos más habituales del estilo del pintor argentino, que si bien ha evolucionado en diferentes direcciones a lo largo de estos años, mantiene una base reconocible que se relaciona también con su técnica artística: Capeche parte de un «arrebato» siempre controlado bajo un «plan compositivo» para rematar con una revisión posterior tras una «tregua» para que el artista se enfrente a su obra como si «la viera por primera vez».

Leda y el cisne
Leda y el cisne

En cuanto a su estilo, Oscar Capeche disfruta habitualmente dentro de los presupuestos del expresionismo figurativo. Combina la caligrafía nerviosa con líneas gruesas que marcan claramente los contornos mientras que sus colores son vivos y vehementes. En buena parte de su obra, el lienzo apenas descansa y el espectador solo tiene dos opciones: apartar la mirada o entregarse al zambombazo expresivo que tiene ante sí.

El pintor y la modelo 11
El pintor y la modelo 11

Una de las temáticas en las que Capeche más a gusto se siente es en el erotismo. De hecho, el artista afincado en Valparaíso participó en las exposiciones del colectivo AVE (Artistas Visuales del Erotismo) junto a otros 60 colegas. En Ella y el gato, apreciamos la habilidad del autor para el dibujo, mientras que en el Pintor y la modelo 11, Fetiche o La Rusa, nos encontramos con obras de técnicas diferentes, deudoras de diferentes movimientos de vanguardia de principio del XX pero que aportan el mismo efecto sensual, rítmico y burlón.

La rusa
La rusa

También conviene destacar dos obras que representan otra vertiente de Oscar Capeche: la ironía. Subte línea E, 15.30 hs es un cuadro casi monocromático, pesado y sobrio: estilo perfecto para representar una escena de la que todos los que vivimos en una gran ciudad formamos parte. ¿Y El poeta devorador? ¿No es una navajazo a uno de los tótems de la poesía chilena de todos los tiempos?

Fetiche
Fetiche

Por último, el amplio catálogo de la obra de Oscar Capeche se completa con interesantes pinturas de animales, algunas de ellas de gran belleza como el caso de Sabuesos, que destaca por el uso de los toques amarillos, el denso empaste y la pincelada gruesa, o Caballito blanco con una técnica mixta que aporta a la obra un fulgor y una rugosidad muy atractiva. Y aunque Oscar Capeche se sienta más a gusto con la pintura de figuras, también aborda el paisaje urbano de Valparaíso, su residencia desde hace un tiempo, explorando diferentes técnicas siempre dentro de la forma expresionista.

Os invitamos a visitar la galería de Oscar Capeche en Artelista.

Sabuesos
Sabuesos