Arco 2014 cierra sus puertas con un aumento de las ventas respecto al año anterior. Una noticia que reafirma el optimismo que desde el inicio se respiraba en esta 33 edición y apunta a un principio de recuperación del sector. La feria ha sido, en esta ocasión, más conservadora en sus propuestas.

De lo que hemos visto este año en Arco, seleccionamos cinco tendencias que pueden darnos una idea sobre lo que ahora funciona:

1. Pintura, el formato rey: la pintura ha mandado por encima de la fotografía y la escultura, presentes en menor medida. Lo que se ha perdido en instalaciones y videoarte se ha ganado en pintura. En tiempos de incertidumbre,  se percibe como un valor menos arriesgado por los coleccionistas. La obra más cara de Arco ha sido un cuadro de Picasso, valorado en 1.250.000 euros.

Pintura de Juan Ugalde.

Juan Ugalde, en Pérez de Albéniz.

2. Obras iconoclastas: la pintura como formato, pero también como inspiración y subversión. Por ejemplo, Rogelio López Cuenca, con una fotografía de Picasso que interviene como un cartel de “se busca”, en alusión a que su obra no siente la crisis;  Lino Lago, que mancha de pintura amarilla una copia suya de Las Meninas de Velázquez, o Cristina Lucas, que reinterpreta a Mondrian con un vídeo de bailarines que danzan entre las conocidas líneas geométricas.

Meninas de Lino Lago

Lino Lago, en la Álvaro Álcazar.

3.Tomar la palabra: muchos trabajos en Arco se componían de libros, aludían a la escritura y, de forma crítica, a la prensa y la crisis de los medios impresos. En esta línea están la brasileña Lygia Clark, con su libro abierto en forma de estrella; la alemana Rebecca Horn y su mariposa mecánica sobre un libro de Octavio Paz; la chilena Mónica Bengoa y sus páginas troqueladas; el suizo Nicolas Grospierre, con su fotografía de una biblioteca que se prolonga hasta el infinito gracias a unos espejos, o el español Mateo Maté y sus esculturas de periódicos apilados.

Fotografía de Nicolas Grospierre

Nicolas Grospierre, en Alarcón Criado.

4. Movimiento interminable. Op-art y arte cinético, obras que simulan movimiento o que directamente se mueven. En Arco se ha podido ver bastante de ambos estilos:  las obras ópticas del venezolano Carlos Cruz-Diez; el panel por el que se desplazaban pequeñas bolas de metal, de los finlandeses Grönlund-Nisunen; la videoproyección del español Daniel Canogar sobre un teclado de ordenador, que parecía así perder sus letras, o la propuesta de otro venezolano, Manuel Mélida, discos repletos de pigmento que al girar creaban sus propias formas en la materia ( fue de lo más popular en Arco).

Instalación de Manuel Mélida

Manuel Mélida, en Espace Meyer Zafra.

 5. Política sin polémica: Ha habido mensaje político en Arco, pero de forma menos extravagante que en ediciones anteriores (a excepción de Congress Topless, una cabina de striptease montada por el artista francés Yann Leto, para denunciar la prostitución de la política). Así, por ejemplo, el peruano Miguel Aguirre, con sus pinturas de personajes públicos como Ángela Merkel o la ministra española de Trabajo, Fátima Báñez; el finlandés Riiko Sakkinen, con su irónico cartel “Escribid a Papa Noel y pedid trabajo” o el cubano Adrian Melis, que afincando en Barcelona, fotografía casas expropiadas por los bancos.

Cartel de Riiko Saakinen

Riiko Sakkinen, en Koorjaamo.