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Este cuadro es una obra abstracta llena de movimiento y energía. Los trazos son densos, aplicados con fuerza y cierta violencia, como si la pintura hubiera sido arrastrada o rasgada sobre el lienzo. Los colores predominantes son verdes, amarillos, blancos y toques de rojo y púrpura, que se entrelazan en una textura rugosa, casi caótica.
La composición transmite la sensación de un paisaje desdibujado, como un bosque reflejado en el agua, o la visión de la naturaleza a través de una tormenta o un cristal empañado. La luz blanca irrumpe en varias zonas, como destellos que rompen la oscuridad de la maraña cromática.
Inicié esta andadura con el pastel, donde plasmé principalmente marinas de mi playa natal: la playa de Las Canteras. Más adelante realicé una leve incursión en la acuarela y posteriormente dediqué unos años a la pintura al óleo. En la actualidad trabajo sobre todo con pinturas acrílicas que fusiono con diferentes materiales.
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