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Este cuadro presenta una escena natural de carácter impresionista, con un predominio de verdes y amarillos. En el primer plano se distinguen masas de vegetación densa, hierbas y arbustos trabajados con pinceladas sueltas, que transmiten textura y movimiento. Hacia el fondo, el cielo bañado en tonos amarillos y dorados sugiere un atardecer, creando un contraste cálido con el verdor del paisaje.
La composición transmite serenidad, con una atmósfera que evoca el cierre de un día en medio de la naturaleza.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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