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La obra muestra un paisaje costero, donde se aprecia un mar de tonos verdes y azulados en primer plano. En el centro se alzan formaciones rocosas muy características: una columna natural que se eleva verticalmente desde el agua, conocida como el Dedo de Dios, llamada así porque en su cima tenía una formación que parecía un dedo apuntando al cielo.
En el fondo se observan acantilados de gran altura, con colores grises, verdosos y ocres, que transmiten la fuerza de la naturaleza volcánica de la zona. El contraste entre el mar en calma, las rocas imponentes y el cielo con matices terrosos y oscuros aporta dramatismo a la escena.
El estilo de la pintura es realista, aunque con pinceladas visibles que aportan textura tanto al agua como a las paredes rocosas, transmitiendo la rugosidad y la fuerza del paisaje canario.
Sin embargo, el 28 de noviembre de 2005, el huracán Delta azotó las Islas Canarias con una fuerza poco habitual. El temporal rompió la parte superior de la formación, haciendo que el famoso “dedo” se desplomara al mar.
Inicié esta andadura con el pastel, donde plasmé principalmente marinas de mi playa natal: la playa de Las Canteras. Más adelante realicé una leve incursión en la acuarela y posteriormente dediqué unos años a la pintura al óleo. En la actualidad trabajo sobre todo con pinturas acrílicas que fusiono con diferentes materiales.
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