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Esta pintura tiene una fuerte carga expresionista y abstracta. Los tonos dominantes son los cálidos: naranjas, rojos y amarillos, que transmiten una sensación de fuego, intensidad y movimiento. El trazo es enérgico y la textura espesa, casi escultórica, lograda con redes que generan relieve.
En medio del torbellino de color, se distinguen figuras que evocan velas de barcos, delineadas con trazos oscuros y reticulares, como si fueran atrapadas en una tormenta ardiente. La parte inferior sugiere un mar agitado, con olas densas y caóticas.
El cuadro transmite lucha, resistencia y dinamismo, como si los navíos intentaran abrirse paso en un océano de fuego.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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